A pesar de trampas, bestias, bosques, caminos escabrosos, montañas, y ríos que vadear… no voy a negar que este viaje tan peregrino supone cierta satisfacción a la hora de llenar el ansia de conocimiento. Conocimiento tanto espiritual como terrenal.
Por esa misma razón y retomando un dicho popular que el amigo Helmut Tröger, peregrino frecuente a Santiago, suele repetir, “Al peregrino, pan y vino”, es natural enfrentarse al riesgo de caer en la tentación de cometer algún pecadillo venial… Por ejemplo, visitar bodegas de champagne. Y creo que no soy el único. Visto el interés de los turistas no sé por qué pero intuyo que esta atracción despierta más interés incluso que la catedral.
Variedad Pinot Noir
Además de una historia emocionante, Reims es la capital de la región de la Champagne-Ardennes. Alrededor de la ciudad hay hectáreas y hectáreas de viñedos, fundamentalmente con las variedades mayoritarias de la zona Pinot Noir, Pinot Meunier y Chardonnay. Sometidas a cambios térmicos y horas de sol impredecibles, la madurez de estas uvas consiguen que aquí se produzca una de las bebidas alcohólicas más apreciadas y conocidas del mundo: el champagne.
Únicamente los caldos procedentes de la región tienen el derecho de llamarse champagne. Y por ende, además de catedrales y demás escenificación medieval, es una de las atracciones más solicitadas por cualquier turista que visite Reims-
En mi caso, debido al poco tiempo que me permite esta extraña combinación entre peregrinación cibernética y cicloturismo, tuve que buscar una visita rápida y acogerme a la bula de las bodegas G.H. Mumm, curiosamente fundadas por una familia alemana.
Si bien en esto de visitar bodegas ya estoy algo curtido, me gustó la forma en que lo preparaban. Todo al detalle, listo para el turista. Un buen discurso de marketing y una cata… Pero mejor no opino no me vayan a acusar de hacer publicidad.
En fin, es un atracción que hay que ver y absolutamente recomendable. Sin embargo, si quieren ver la elaboración del champán a pie de cepa… recomiendo que le dediquen más tiempo que una visita guiada de una hora y salgan fuera de la ciudad a verlo. Seguramente sea mucho más instructivo que seguir las guías en masa por las grandes productoras de la capital.
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